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Painting by: Martine Johanna

martes, 7 de marzo de 2017

#8M NOSOTRAS PARAMOS


 #8M ¿POR QUÉ PARAMOS?

Dentro de las protestas y actividades para conmemorar el Día Internacional de la Mujer trabajadora, distintos grupos feministas están convocando a un paro internacional de mujeres.
Si bien, para muchas no es posible sumarse al paro, porque dejar de trabajar ese día supone poner en riesgo su estabilidad laboral y económica, hay otras maneras de sumarse y posicionarse este día.
El paro implica además de la suspensión de las labores, la protesta y evidenciación de los problemas a los que las mujeres  -pueden ser los de cada una en su contexto- nos enfrentamos diariamente. Podemos sumarnos al paro difundiendo información y sobre todo, cuestionándonos la exclusividad de algunas tareas para las mujeres, así como nuestra manera de desenvolvernos en nuestras áreas de trabajo y en el trato a otras mujeres.
Los paros en general, pueden ser tachados de ridículos e innecesarios por otras personas que no viven la situación que los motiva, porque nos cuesta trabajo empatizar con los otros/as y creemos ver desde afuera soluciones más factibles.


Hace unos meses, con el aumento de la gasolina en México, muchas personas estaban en favor de protestar evitando la compra de combustible aunque sea un solo día, porque les parecía importante evidenciar que el gobierno y quienes se favorecen con las reformas neoliberales no son nada si las personas nos organizamos y tomamos conciencia de lo que ocurre. Obviamente que un paro se lleve a cabo por completo resulta sumamente complicado, pero se lucha por mostrar el problema y obtener los mejores resultados posibles, demostrar que no estamos dispuestos/as a soportar las injusticias ¿No parecía una buena idea?
¿Por qué de pronto, el que algunas mujeres decidan tomar un día, el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, para protestar en contra de las injusticias, el trabajo sin remuneración, la brecha salarial, los acosos sexuales y las 7 mujeres asesinadas al día parece «ridículo» y exclusivo de «feminazis»?
Tal vez es buen momento para pensar en nuestra internalización de los valores patriarcales, que nos acostumbraron a pensar que estar calladas, hacer un buen trabajo y llenarnos con un espíritu egoísta y emprendedor nos van a sacar adelante, y que la injusticia y la violencia no van a tocar nunca nuestra hermosa burbuja privilegiada.
Tal vez es buen momento, si tú no eres una mujer, de valorar el trabajo de tus compañeras y notar que, en efecto, ser hombre te exime de esta otra violencia exclusiva para las que nacen con vulva.

Si las dos opciones anteriores son mucho pedir, tal vez sea un buen tiempo para analizar las cosas y tratar de empatizar con algunas mujeres que no gozan las mismas oportunidades que tú y por lo menos respetar los posicionamientos que eligen.




  Imágen 1: Amalia Torres /Imagen 2: vía Karen Dianne 


viernes, 25 de noviembre de 2016

25N ¡No más violencia!

Hoy #25N es el día designado por la ONU para generar conciencia y erradicar la violencia contra las mujeres y niñas; a pesar de ser la conmemoración de un acontecimiento histórico trágico (el asesinato de las hermanas Mirabal en su lucha contra la dictadura de Trujillo), como en el Día Internacional de la mujer trabajadora, este día ha sido despolitizado. Yo, como feminista, estoy convencida de que es necesario visibilizar y denunciar la violencia contra las mujeres todo el tiempo, porque es de vida o muerte, remarcando la lucha de tantos años que hay detrás.
Como persona que ha vivido la mayor parte de su vida en un pueblo (de neta, no en la capital de algún estado), en el que crecí, sé que este tipo de campañas de pintar el día de un color para representar algo tan importante como la violencia a las mujeres funcionan como medio para dar a conocer el propósito; sé que las instituciones convocando a actividades al respecto funcionan porque es lo que hay, porque –bien o mal- hacen participar a la comunidad de temáticas que a veces cuesta trabajo tocar o exponer; sé que ser feminista y posicionarme como tal frente a una comunidad también habla de mis privilegios, y aunque yo me conduzca desde aquí, no es tan sencillo que todas lo acepten. 
Personalmente –lo he visto- creo que este día puede ser un buen inicio para sensibilizar y para hacernos ver entre todas/os que esto es real. Sin embargo, repruebo con todo mi corazón violeta que se ignore toda una lucha de siglos por "cubrirlo" todo de naanja, de modo que sea digerible, independiente a los feminismos y todo lo que estos conllevan. 
Repruebo a quienes están allí sentadas/os en sus oficinas y puestos privilegiados y que no se acuerdan de no violentar en su diario vivir; a los hombres que acosan a sus compañeras de trabajo, los que se ponen corbatas naranjas para la foto pero son unos misóginos; repruebo a los y las funcionarias públicas que organizan eventos y reparten listones pero no hacen nada por las que están más abajo mientras no les toquen su burbuja. Repruebo (con menos interés, por supuesto) a los/as trolls que nos llaman feminazis por señalar el machismo y la misoginia sin mover un dedo para erradicarla porque no les afecta. 
Estoy en contra de las acciones de esas personas que se cuelgan de un día como este para el beneficio propio, de su empresa, del ayuntamiento en el que “trabajan” o de su partido político. Vivir la violencia es cosa de todas, y no debería serlo. Ser violadas, asesinadas o –en el menor de los casos- acosadas no debería ser una realidad tan cruel y tan bien aceptada por la sociedad y el Estado que se vuelve cómplice al esconderse tras sus medidas sutiles para difuminarla (o mejor dicho, para ejercerla).

Crecí en un pueblo y ahora vivo en otro igual de pequeño, y acá hay mujeres para las que el color que le pongan al día es lo de menos si al final se tiñe de rojo porque nuestra sangre, LA DE NOSOTRAS, es la que más se riega, simplemente porque somos mujeres. 
Apelo a la concientización y la visibilización de TODA la violencia, incluida la que solapan el Estado, sus gobernates, y toda la gente que critica la lucha feminista (organizadita y desde bien abajo) alegando que sólo estamos exagerando y haciéndonos las víctimas, cuando es más que claro que nos están matando.
Yo replico, grito y denuncio desde mi posicionamiento feminista, sin olvidar que necesitamos vernos entre todas para reconocernos en otros rostros, sobre todo si los hemos estado ignorando o si pasamos por alto sus contextos e implicaciones.
Yo me pongo feminista todo el año, y desde aquí manifiesto que estoy triste, estoy jodida, estoy llena de rabia porque no quiero que vivamos esto, porque ya no quiero más violencia.

sábado, 10 de octubre de 2015

Nuestro feminismo en serio

No es un secreto por acá en las redes sociales que el que una diga «feminismo» provoca que la gente se ponga punk. Y lo digo tomando en cuenta todas las perspectivas posibles. Sucede cuando se habla de éste positivamente, y claro que también cuando se le critica, cuando se le divulga, pero sobre todo cuando una se lo apropia. Porque queramos o no, aunque le pese a los y las haters, el feminismo –en pleno siglo XXI- todavía es un tabú y ellos/as lo reafirman cuando nos juzgan por igual a las que nos revindicamos feministas SIN peros.


Pero bueno, eso ya lo sabemos, lo vemos mucho por aquí. A lo que iba es a que, en algunos casos, una logra que no se le juzgue en sus círculos cercanos, con la familia y/o amigos/as, por ejemplo. En estos espacios se nos acepta abiertamente y todo; es decir, podemos hablar de ello sin que se produzca un conflicto o un alejamiento. 
Sin embargo, una cosa es que se nos acepte, y otra muy distinta que se nos tome en serio. Digo, se agradece que una pueda hablar libremente del tema, o por lo menos hacer sus actividades referentes a ello sin que signifique un problema, pero es aquí donde empieza el conflicto. Las actividades que una realiza son a veces «deslizadas» a la categoría de gustos y preferencias, a los hobbies pues. Porque se nos ha enseñado firmemente que la escuela y el trabajo (entiéndase como trabajo remunerado u obligatorio) son lo importante, y entonces el resto son nimiedades, pasatiempos innecesarios, actividades y reuniones de las que se puede prescindir.
Supongo que algo parecido le pasa al activismo en general, es trabajo y trabajo bien duro cuando se hace bien, pero igual no se le toma muy en serio. Entonces, acá al feminismo, a veces –muchas veces- se le ningunea doblemente, porque digo, todavía en el activismo la gente ve un poco eso del «bien común»; pero en el feminismo tal cual, hay una menor identificación y simpatía, basta con mencionar la sola palabrita para darnos cuenta.
El punto de todo esto, es que la seriedad empieza en una, en las compañeras cercanas, nosotras le damos la importancia que de verdad tiene, y aunque nos gustaría que ésta se proyectara, igual es algo que sucede muy lento. Aun así, esta construcción de redes entre nosotras va creciendo, y es muy acogedor y gratificante entrar a la burbuja y ver que, al menos en nuestras cuatro paredes, los feminismo son realmente una forma de vida, y de salvar nuestras vidas; un tejido de saberes, de experiencias y de aprendizaje continuo; no es UN feminismo fijo que se hereda y se impone como el patriarcado o el capitalismo. No es un juego de chavitas desubicadas. No es una moda, ni una tendencia, ni una campaña. Los feminismos en nuestras vidas –acá en nosotras y nuestra burbuja creciente- son algo bien serio. Y para nosotras es en serio compartirlo y vivirlo; expandirlo y seguirlo nutriendo de teoría, de saberes, de crítica; y de todas nosotras y las experiencias que compartimos. Ojalá poco a poco esta seriedad que el feminismo significa para nosotras se proyecte en nuestro entorno, en el respeto y apertura hacia nuestras actividades.





miércoles, 3 de junio de 2015

Ni una menos: sobre los feminicidios

Hoy 3 de junio dio lugar en varios países entre ellos México—una marcha para manifestar la oposición y el hartazgo hacia la violencia contra las mujeres, así como para visibilizar los feminicidios en México y América Latina.


Desde hace unos días, en Facebook me encontré con varias amigas feministas publicando imágenes que inician con un «Para decir “Ni una menos", hay que…» y que siguen con alguna situación que también habríamos de apoyar; entre éstas el aborto legal y seguro, el dejar de criar «princesas» y machos, el dejar de llamar puta a otra mujer por vivir su sexualidad libremente, etc. Hoy por la tarde, cuando revisé mi cuenta, lo primero que vi fue una imagen que repite el patrón de las mencionadas anteriormente diciendo: «Para decir "Ni una menos" hay que ignorar que más del 80% de las personas asesinadas en el mundo eran varones», la cual justamente publicó una mujer escritora a quien le admiro y respeto su trabajo literario—, con lo que me he puesto a pensar en lo absurdos que pueden llegar a ser nuestros razonamientos. Con la frase anterior varios/as pueden pensar que es cierto, y nuevamente acreditar o reforzar el ninguneo de las cifras de feminicidios en México, y más aún, el ninguneo y burla hacia la lucha contra éstos.
Debo señalar —para que no lo olvidemos—, que la palabra «Feminicidio» (Delito reconocido en la Ley general de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia) refiere a un crimen misógino, un homicidio que comete un hombre hacia una mujer por razones de género, por odio, por sentir superioridad y creer que la vida de ella le pertenece. Un homicidio común sea hacia un hombre o una mujer— puede o no ser por razones de odio, pero nunca de género. Es cierto lo de ese 80% al que refería la imagen mencionada, pero ninguna de esas muertes se ocasionó por el simple hecho de que las víctimas fueran hombres.
La violencia en nuestro país es innegable, se acrecienta día con día y es algo a lo que todas las personas estamos expuestas sin importar nada, y es lamentable, horrendo. Niñas y niños crecen en México normalizando las situaciones de violencia que vivimos, las armas, los cuerpos, la sangre y el miedo; pero además de eso, niñas y niños crecen crecimos— normalizando la violencia contra las mujeres. Es decir, es «normal» que se maten mujeres por salir solas a deshoras, por ser prostitutas, por ser infieles, por exponerse usando minifaldas, por terminar relaciones… la lista es enorme. 
Muchos y muchas ya no me sorprende tanto— señalan que en todo caso debería reconocerse también a los «hombricidios» pero no toman en cuenta —y es importante distinguirlo— que el homicidio por odio hacia los hombres no está sistematizado. Es decir, el sistema capitalista en que vivimos, no respalda y promueve a través de la mercadotecnia, la televisión, las leyes, la educación y cultura la violencia hacia los hombres ni la cosificación de sus cuerpos.
Niños y niñas no crecen creyendo que es normal que un hombre deba cuidar su forma de vestir, de hablar o de relacionarse para que una mujer no lo acose, lo viole o lo mate. A la inversa sí, todo el tiempo.
El decir «Ni una menos» en un país como este, en un mundo como este, no quiere decir que las feministas ignoremos a la violencia en que vivimos todos y todas. Quiere decir que estamos conscientes de que la violencia de género es un BONO EXTRA a esta violencia que ya todos/as vemos, y que estamos hartas de que sea así. Que no queremos nunca más una cultura de la violación, que necesitamos con urgencia reconocer que esto es real, que los feminicidios son reales y no podemos seguir matizándolos ni siendo cómplices de ellos con nuestras actitudes machistas, esas que hombres y mujeres desarrollamos, fomentamos e inculcamos generación tras generación.
Se empieza abriendo los ojos, abriendo la mente. Aceptando todo eso que viene con el gritar muy fuerte:
¡NI UNA MENOS!

martes, 2 de junio de 2015

Escribir «con el hígado»

Es difícil el primer choque con la realidad. No recuerdo en qué momento exacto fue, pero aún recuerdo la sensación de vacío, de miedo. Sé que ese primer choque fue difícil porque me hizo reaccionar, estar consciente de situaciones que ignoraba. Es como si antes hubiese estado nadando en círculos dentro de la «seguridad» de mi pecera. El segundo choque es, mejor dicho muchos choques, una sacudida infinita.
Sucede que cuando algunas hablamos o escribimos, nos dicen que lo hacemos «con el hígado», tal vez por aquello que decían los árabes de que el hígado está ligado con el alma; y también, por eso que dicen los médicos de que el hígado y la vesícula biliar están ligados a la ira.  Cual sea la razón, la respuesta es afirmativa.
Escribo «con el hígado» porque ¿cómo ignorar la rabia que se acumula en días, en años? Muchos  me han dicho que esto de mis «quejas y reclamos» es algo caduco, que a mí no me ha tocado vivir situaciones de opresión, que son otros tiempos. Yo no creo que la violencia y la misoginia sean un problema temporal. El acoso no es un problema temporal, las violaciones no son un problema temporal, las desapariciones de mujeres y niñas no son un problema temporal… no son o fueron parte del pasado, yo las veo aquí, muy cerca. Me han dicho que puedo usar pantalones, votar, ir a la escuela y hasta tener relaciones sexuales antes del matrimonio sin que me ahorquen o me apedreen (esto último acá en occidente solamente); y esperan que yo responda: "Aaah, claro, tienen razón, muchas gracias”, pero no se detienen a pensar que eso ha sido fruto de luchas largas y cansadas, y que aún no es algo posible en todas partes de mundo para todas las mujeres, mucho menos es posible sin ser atacadas o juzgadas socialmente.
La verdad es que me importa poco si una persona juzga mal lo que hago, lo que hacemos algunas mujeres. Pero me importa —y mucho me importa— mi vida y la de las demás. Es cierto que los hombres también mueren, y que mueren a causa de la violencia, pero ¿Acaso mueren víctimas de su condición sexuada? ¿Son los hombres diariamente castigados por los estereotipos que normalizan su cosificación, el uso de sus cuerpos? No es que los hombres no padezcan el capitalismo o la mercadotecnia; es que ese padecimiento no está respaldado por la sociedad y por un sistema que lo encubre y promueve como algo «normal».
Escribo con el hígado… sí; porque bueno, verán… cuando una es violada, acosada, o —en el menor de los casos— incomodada por algún comentario o propuesta, la verdad no da tiempo de sentarse a reflexionar. La realidad es que a la hora en que a una le toca que la acosen, no sabe qué hacer con todo su feminismo. El miedo es real, y es decepcionante porque una a veces cree estar preparada, no para el acoso, para salir de él. Es triste darse cuenta que es más difícil de lo que parece, que todas estamos expuestas y que no hay nada que lo impida. Es todo parte del segundo choque que vivimos: el día a día.
Es una realidad que en nuestro país mueren 6 mujeres diariamente a causa de un crimen misógino, pero esos no salen en las noticias. Es real que de todas las denuncias por violaciones que se presentan, sólo el 16% procede y el culpable es sancionado. Pero, es difícil —ustedes lo sabrán— ponerse en los zapatos de las otras, de esas que ya no están, o de las que están pero ahora con una rabia y una tristeza incontenibles. Es difícil, para quienes —hombres o mujeres— no han vivido en situación de violencia o más allá de la cómoda clase media-alta de occidente, voltear a ver otras historias, otras luchas.
Escribo con el hígado, sí. Tal vez porque aquello de los árabes y los médicos sea cierto, y son la ira y el alma lo que me hacen habar —escribir— sobre esto que vivo, que vivimos todas.


lunes, 25 de mayo de 2015

Evolución (?)

El mundo un tremendo ruido, un pulular incesante de mentes, de lenguas, de saliva que vuela entre los rostros vacíos. Es un tremendo nudo de conciencias, de inconsciencias que se unen y creen, y crean, y creen crear pero en realidad repiten, plagian, refieren, retrornan… 
De ahí al silencio, al vacío otra vez. Y a llenarlo, y a poblarlo de inutilidades, necesidades, basura y polen que lleva la semilla bastarda hasta el infinito.
¿Cuántas veces deberá el mundo deshacerse y rehacerse para surgir distinto? ¿Cuántas deberán morir y renacer los humanos para no crear sino cajas, cubos, edificios, repizas, archiveros, mesas de disección, catálogos, separadores, cubículos, títulos, fichas, sellos, notas al pie, basureros? ¿Cuántas deberá el universo explotar para dar a luz algo más que polvo y mentes empolvadas, retrógradas, trabadas, cerradas?
A la noche noche y al día día. Sin más. Y creer que no, y fingir que se cambia, se subvierte, se incluye, se revoluciona, se evoluciona. Y creer que se avanza, fingirlo, fingirlo bien. Y buenos días, y buenas noches. Y saludos a la familia, y felicidades; Y Tierra y Libertad, Hasta la victoria siempre, Dios les bendiga, La religión es el opio del pueblo, mente sana cuerpo sano, amor y paz, todo pasa por algo...


Ojalá pudiera escribir. Ojalá pudiera pensar más allá de lo poco que veo, que es mucho y me cansa. Ojalá supiera hacer de mi propia mente empolvada un inventario de la basura humana. 
Y empezaría por lo primero: nacer aunque no lo pidas. Vivir aunque no sepas cómo. Obedecer a tus mayores y sentarte correctamente. Ver y diferenciar: Bueno-Malo, Día-noche, hombre-mujer… categorizar. Y si no encaja no está bien, aléjese, júzguelo. Después, busque a alguien, cásese, tenga hijos; enséñeles lo anterior. Repita los pasos, no se salte nada, si acaso agregue, no demasiado que se salen de control. 
Sonría, usted es feliz, viva. Mire qué hermosa la nena, mire qué grande, la vida es bella, cómo pasa el tiempo... qué felices somos de haberlo aprovechado.